Escribí esto un 21 de Febrero de 2015… Y lo publico en 2020.

Creo que es momento de escribir. Creo que es momento de tomar las palabras para materializar lo que sucede a mi alrededor ¿Hasta qué punto somos capaces de darnos cuenta de la necesidad de entender y comprender que nuestro pálpito (lo que quiere nuestro corazón) es lo que debe primar por encima de todo? ¡Bienvenidos a los quehaceres del Espíritu!

Me encuentro en un camino trazado por varias sendas, las sendas de la vida al fin y al cabo, y todas son tentadoras a su manera. No creo que deba escoger sólo una, sino probar de todas una pizca, para así poder tomar la correcta, o mejor dicho “la que mi pálpito cree que es la correcta”. Y esa “correcta” la cruzarán otras tantas.

Tomar, dejar, tomar, dejar, tomar, dejar. Así es la vida, o al menos así la entiendo ahora. Saber que de cada posible camino puedo aprender una lección, llenar mi pálpito de personas, conocimientos y experiencias eso es lo que hace alucinante y transformador el proceso de la vida. ¿Fácil? I don’t think so… Es ser piedra y arena a la vez.

El miedo está codificado en nosotros, y debe estarlo. El problema reside en cómo lo hemos entrenado durante nuestros años de vida, en cómo hemos conversado con él, en cómo hemos interactuado con él, en qué grado lo hemos aceptado que teníamos miedo, cuántas veces hemos de negado su existencia y no lo hemos abrazado. Hay que comerse el miedo con patatas.

He tenido miedo, mucho miedo, y tengo miedo. Sin embargo me mueve, como cualquier otra emoción primaria. Y eso quiere decir que me hace bailar, me hace seguir creyendo en lo que creo, y me reafirma. Escribo por necesidad y por miedo de que se conquisten estos pensamientos en mi lóbulo frontal. Escribo porque porque lo manda mi pálpito, gritando “YO PUEDO Y YO QUIERO”.

Escribiendo sobre ello comprendo mis “por qué” y mis “cómo”, y mis “para qué”. Y atajar con los años la “coreografía de mi vida”.

A.

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